THE WALKING DEAD: UNA ANALOGÍA DE LA VIDA REAL

 




“Sí se despojan de las etiquetas superficiales: a que nos dedicamos, en donde vivimos, cuánto dinero tenemos. Si se despojan de todo eso verán a la persona que tienen a su lado como se ven a ustedes mismos en el espejo”

                                                                                     El padre Gabriel


Una pérdida puede dejar un vacío enorme, pero que tantas personas que fueron parte de mis noches durante 11 temporadas, decidan ponerle fin a nuestra historia… es un vacío que solo puedo llenar escribiendo sobre por qué me voló tanto la cabeza… 

en definitiva como dice Tara o fue jesus...?: “todo lo que queda de las personas son sus ideas” y eso es lo que quiero dejar… 

Podría ser un motivo para crear un blog específico sobre cine, aunque las etiquetas tienden a restringirnos, no quiero dispersarme demasiado y la realidad es que construimos nuestras interpretaciones a través de historias y cualquier reflexión que nos impulse a pensar no debería excluirse del ámbito del desarrollo personal. Sobre todo, cuando pensar está tan pasado de moda…

Durante años me negué a ver esta serie porque los zombis nunca me parecieron personajes atractivos para darle vida a una historia. Siempre adoré las de terror, las de las buenas películas que ya no se hacen y las que mi abuelo me contaba antes de dormir que superaban a todas. Pero desde aquella película de los muertos vivos que había visto en mi infancia pidiendo cerebros, los zombis me parecieron personajes poco creíbles y sin sentido. Los que siempre me resultaron peligrosos fueron y son los vivos. Sin embargo, siempre tuve una fantasía importante con el fin de los tiempos y aunque se considere un género de ficción, yo encuentro al comportamiento humano en su rutina habitual, más realista en estas temáticas que, en las comedias románticas de navidad, donde todo un pueblo se une amorosamente para solucionar un problema y los protagonistas comen muñecos de jengibre, al menos, hasta que salen los títulos…

Sin embargo, estas también me gustan y me inspiran… la evidencia palpable de la condición del mundo actual es que nos comportamos más como los personajes de una película de terror que de una comedia romántica, aunque deberíamos inspirarnos en los segundos, reflexionando sobre cómo podemos contribuir a crear un entorno mejor. La idea es sorprendentemente sencilla, pero ese es tema de otra discusión.

Mi intención no es hacer una crítica de la ficción sino una analogía de la vida real. No sé de críticas de cine, ni los parámetros que usa la cultura de la época para juzgar si algo es bueno o malo. La cultura a veces puede tener razón, pero la mayoría de las veces “una razón” para que creas lo que le conviene.

En lo respecta al cine me considero consumidora, no me importan los errores, ni los saltos de eje, ni si el protagonista hace 5 minutos tenía el cigarrillo más corto que ahora, para mi es, o me atrapa o no y como adicta a la productividad, eso depende de que tanto sacuda mis neuronas y si el aprendizaje puede hacerme ver las cosas desde otra perspectiva y transformarme, no en un caminante, sino en una mejor persona… o más funcional. Quitando esta obsesión estúpida de juzgar tan básicamente a una persona como buena o mala, cuando el panorama es mucho más amplio y este juicio siempre depende desde donde se lo mire. Todos en la sociedad nos consideramos jueces, pero “la justicia” la medimos erróneamente sobre nuestras historias y no vemos más allá de nuestro ombligo. 

Con lo expertos que somos en detectar problemas ajenos, no deja de sorprenderme que no vivamos en un mundo perfecto...

Una serie con tantas temporadas me permitiría profundizar más en los personajes que una película que, en dos horas vivió su máxima tensión y terminó con un final feliz. Si en algo se parece esta serie a la vida real, es que "los buenos" también se mueren. Así que acá estoy, habiendo terminado la onceava temporada por segunda vez… y permitiendome algunas correcciones luego de haber visto una tercera, la de Negan, la de Rick, la de Daryl y el libro de Carol

Y para mí, el análisis no empezó con el primer capítulo. Me metí en la historia como cualquiera que solo busca un rato para “desenchufarse”. Todo empezó con una fotografía muy bien lograda en los primeros minutos de la temporada 10, episodio 19. Una escena en que los vivos están matando caminantes. No ves a los personajes, solo la sangre salpicando sobre las flores y lo primero que me vino a la mente fue ¿Qué le está haciendo el ser humano a la naturaleza? Fue el primer clic, que me llevó a pensar si el director pretendía dar a entender lo que yo estaba pensando.

La imagen del fin del mundo con las calles desoladas, los negocios saqueados… lo peor y lo mejor de las personas saliendo de su interior, porque, aunque a lo largo de la historia, surge la pregunta ¿Qué fueron antes del colapso? Eso… ya no importa, ni los títulos, ni el estatus social o económico, ni nada de lo que tenían. Ya no hay diferencia de clases y aunque en un principio, puede haber habido algunos comentarios racistas o sexistas esto se va extinguiendo a medida que avanza la historia, al menos hasta el final donde aparecen los Power Ranger en una comunidad como disneylandia que lucha por seguir manteniendo el statu quo del viejo mundo.

El fin de la sociedad de consumo da lugar a la sociedad de la supervivencia, la que a la fuerza te obliga a aprender que es lo importante y a tomar del mundo solo lo que necesitas para sobrevivir. Lo que en el viejo mundo nadie supo apreciar: la diferencia entre querer y necesitar. Dejando siempre de lado lo importante, renunciando a la paz para no sentirte nunca satisfecho, para finalmente enterarte que, lo único que realmente importa es vivir y tener o no tener no es lo que te hace más feliz. Vale aclarar que no desmerezco el deseo ni la ambicion de la sociedad actual, sino la falta de agradecimiento de todo lo que damos por hecho-Porque esa ducha caliente que te das al final del día no sabes lo importante que es hasta que no la tenés… 

Todo lo que algún día representó la creación del hombre destruido y tomado por la naturaleza… “que la tortilla se vuelva…” suena a la ley del karma.

Aun cuando no estemos rodeados de muertos queriendo comernos, estamos a la defensiva… y muchas veces con razón. Los vivos “somos los que sobrevivimos” tratando de crear un espacio seguro, porque más allá de la búsqueda personal que hay en cada ser, la meta común es vivir en paz. Los zombis son esas personas que no tienen una vida, pero te chupan la energía con ese murmullo constante, machacando, criticando, juzgando, desde un lugar pasivo y no constructivo, esperando que te hagas cargo de su hambre emocional. Hay que estar atento porque ese murmullo también puede venir de adentro de nosotros. Cuando vivimos expuestos mucho tiempo a ese disco rayado, la música sigue sonando…  Aunque en el mundo cotidiano no seamos conscientes, cuando quienes comparten el camino con nosotros se vuelven zombis debemos quitarlos de nuestra vida, sino más tarde o más temprano también nos transformaran a nosotros.

Desde el principio, Rick Grimes, un hombre de pocas palabras, alguien que tiene más ego que bondad y carece de inteligencia emocional va guiando al grupo, quienes parecen ser “los buenos” de la serie.  Desde la óptica de quien escribe (el guionista, no yo), durante las primeras temporadas te lleva a conocer sus historias, sus miedos, sus sentimientos, como se desenvuelven en este caos y todo te lleva a empatizar con este grupo, mientras que todos los que aparecen después son “los rivales” en acción y, con muy poca historia revelada como para entender sus pérdidas y como ellos consiguieron adaptarse a este nuevo mundo y convertirse en lo que son. Sin embargo, cabría preguntarse a cuantas personas Rick, les quitó la vida bajo el lema de “proteger a los suyos” una especie de dios que decide quien vive y quien muere y sin importar las consecuencias de sus errores, no aprende. Aun cuando en algunos momentos él se replantea esto, al momento de decidir, actúa una y otra vez de la misma forma, poniendo incluso sus emociones, por delante de su propia familia y la que decide cargarse al hombro.

¿quién podría juzgar las decisiones como correctas o incorrectas, cuando detrás del pronombre posesivo mío rara vez hay decisiones objetivas…?

Prueba de sus incalculables errores es que cuando se permite confiar y dejar entrar al grupo a Michonne, la vida termina por darle una alegría.

No fue hasta que apareció el Rey Ezekiel y cuenta su historia, que comprendí porque la gente lo eligió líder a Rick. Desde el encuentro con los primeros personajes sobre la azotea él se pone al mando y le da a los otros lo que necesitan: alguien a quien seguir, que otro tome sus decisiones y, porque no también, culparlo cuando algo salgo mal, porque lo que no admite “la víctima”, un rol tan naturalizado socialmente, que darle el control de tu vida a otro, también es elegir. Aunque no me guste el personaje hay que admitir que tiene huevos y más vidas que un gato. Rick es un claro ejemplo de lo fácil que le resulta a la mayoría templar los ánimos y pensar en el grupo cuando la adversidad la vive el otro, pero cuando le toca a uno, vale todo… lo mismo pasa con Carol, Magui, con Sasha y Rosita, entre los que se me vienen ahora a la mente.

Carl, solo parece crecer físicamente a lo largo de la serie. La verdad que después de sobrevivir a dos tiros, te muerda un caminante tiene poca gracia. Quizá porque en la vida real, los niños cada vez hacen menos cosas de niños y, las contradicciones como matar o salvar, en este contexto, sean propias de un adolescente, no encuentro el papel. El guionista estuvo flojo, pretendió meterle filosofía un par de capítulos antes de morir con un legado pobre: “después de esto tiene que haber algo más”, algo que me cuestiono a diario sin necesidad de tener que llegar a un apocalipsis.

El alma que tomaría de la serie es Daryl Dixon, después de una ducha y mucho jabón, sin dudarlo es mi tipo… quien a pesar de su historia y sin darsela de martir, sobresale por su humanidad. Es justo un faro de lo que la sociedad necesita, alguien que se atreve a contradecir el discurso incluso de los que respeta, manteniéndose siempre fiel a sí mismo. No es seguidor, ni le importa ser seguido. El equilibrio ideal entre el bienestar colectivo y la integridad personal, demostrando que es posible contribuir significativamente protegiendo al grupo sin renunciar a su individualidad. Además de sus cenas exóticas, supongo que lo no podría compartir con él, es su extraña amistad con Carol, uno de los personajes más egoístas de toda la historia que pese a pretender mostrar su transformación de mujer sumisa a mujer que todo lo puede, no le importa que rueden cabezas para llamar la atención, calmar sus caprichos y su sed de venganza… y después se victimiza y llora las consecuencias.

No puedo negar que en ciertos momentos me he planteado si una guerra podría estar justificada, lo que me ha generado profundas contradicciones internas en relación con el valor incuestionable que asigno a la vida y a la paz. En el caso de The Walking Dead, salvando las distancias, resulta interesante observar cómo quienes toman las decisiones ponen en juego su propia vida, en contraste con los políticos del mundo real, que suelen delegar el riesgo a terceros.

Llevando este análisis a una escala más personal, no encuentro conflicto entre mis acciones y valores. En mi experiencia, tener razón muchas veces ha sido mi único premio consuelo frente a un sistema con el que siento que la batalla ya está perdida. Sin embargo, en las interacciones individuales, a menudo he optado por ceder en ciertos derechos y redirigir mi energía hacia la productividad en lugar de entrar en conflicto. Esta elección me ha permitido ganar en salud y en paz, y, paradójicamente, me ha llevado a mejores resultados.

He aprendido que, aunque tener razón puede ser satisfactorio, suele ser más costoso que vivir en paz. Sin embargo, la mayoría sigue creyendo que más caro siempre es mejor.

Dejando de lado lo bueno que está, el carisma y la sonrisa “Colgate” perfecta, el gran personaje es Negan.

En tanto que Rick se vuelve cada vez más paranoico y justifica su conducta por los desafíos que enfrenta, como si el resto viviera en un cuento de Disney, la transformación de Negan es lo que yo considero “la evolución propiamente dicha”

No voy a negar que quien escribió el guion, se esforzó para que, dentro de un contexto muy ambiguo, donde prevalece la supervivencia por sobre la razón, quedara bien claro que Negan era el malo. No porque sí, no se conforma con matar al colorado y elige a Glen como víctima, que nadie podría poner en duda que es más bueno que Lassie. La forma que elije matarlo tampoco es muy compasiva, agravado por el hecho de que lo hiciera frente a su mujer embarazada. En este sentido, el gatillo fácil de Rick, con un tiro, se siente satisfecho. Pero no podemos olvidar, que semejante puesta en escena es la consecuencia de un acto de venganza, porque si la historia la hubieran mostrado al revés y la primera aparición de Rick hubiera sido matando a los Salvadores mientras dormían, hubiéramos creído que lo merecían. No hay bien o mal que no pueda ser mirado desde otra perspectiva en la ficción y ambas acciones son terribles e injustificadas en nuestra cultura real actual .

Más allá de los actos, por supuesto condenables, la relación de Negan y su grupo es bastante similar a los seguidores de los políticos que generan más problemas que los políticos mismos. Porque ¿quién sería Negan, si no tuviera tanta gente dispuesta a matar por él? Lo mismo que la clase dominante si no tuviera tantos cómplices sometidos, dormidos en la ignorancia reproduciendo el mismo discurso.

Como tantos políticos, vive de la recaudación de quienes se ganan lo que obtienen, pero a diferencia de los políticos reales, tiene principios y códigos. Si sacamos las palabras del contexto de la historia, muchas de sus conversaciones, dentro de lo que cabe, son las mas ricas y profundas de toda la serie, .

Tengo que admitir que a pesar de tanta crueldad como nunca había sido capaz de imaginar, responsabilizar a Rick de la muerte de su hijo fue lo que me llevó a ver a Negan con otros ojos. Porque, aunque menudo juzgamos las verdades basándonos en quién las dice, el cartero es el que trae el mensaje, pero las verdades ya fueron previamente escritas. Y aunque las palabras de Rick hablaran de la familia como prioridad, sus actos siempre mostraron que el rol de heroe es el que le sentaba más cómodo. 

 Negan, a través de su condena, ejemplifica la posibilidad de rehabilitación y reinserción en la sociedad. La clave, desde mi punto de vista, no radica en la ficción, sino en las condiciones particulares de su confinamiento. Su experiencia se centra en el tiempo de introspección en soledad, un período para confrontarse a sí mismo y quebrarse.  Influenciado por lo que observa más allá de los barrotes, aspirando a formar parte de ese mundo externo constructivo y familiar. Esto contrasta marcadamente con las condiciones de encarcelamiento reales, que rara vez desencadenan en un proceso de transformación personal… pero en la vida real, muchas veces se elige perpetuar el mismo sistema aun cuando este no arroje buenos resultados.

Mientras que Rick, con su firme objetivo de terminar con Negan hasta las últimas consecuencias, cuando pudo haberlo dejado morir para cumplir el deseo de venganza de todos los que perdió y los que sufrieron las perdidas, elige dejarlo vivo, para que vea lo que él es capaz de construir.

Si eso no merece un monumento al ego, que baje Dios y me lo desmienta.

Muchos de los enfrentamientos entre Rick y Negan parecen trascender la dicotomía del "ustedes contra nosotros" para convertirse en una guerra de egos, una competencia por ver quién la tiene más larga. Sin embargo, estos dos personajes, que a simple vista podrían encarnar al héroe y el villano, son los que más me llevan a reflexionar sobre el tipo de sociedad que aspiramos a construir: las características de los líderes que elegimos ¿Qué valores proyectamos en las personas que admiramos y cuáles en las que condenamos?

¿Quién puede hablar de justicia o afirmar que desea un mundo más justo cuando la injusticia solo se percibe como tal cuando nos afecta directamente? Dejando de lado los extremos de la ficción, y quizá no tanto, considerando que nuestras reacciones cotidianas son lo único que podemos controlar, resulta imposible predecir cómo actuaríamos en una situación extrema o imprevista, mucho menos en la lucha por la supervivencia.

Vivimos en una sociedad que tiende a idealizar el arquetipo de la víctima, justificando sus fallos por el dolor que ha sufrido, al tiempo que condena sin matices a quien comete errores, incluso si esa persona se redime, se transforma y demuestra su arrepentimiento con acciones concretas.

En la ficción, llegando al final Magui reestablece el equilibrio: No te puedo perdonar porque no puedo olvidar, pero te ganaste tu lugar, al contrario del “pero” precedido por una premisa negativa, el bien prevalece por sobre el mal a través del reconocimiento.

Tengo que admitir que Jeffrey Dean Morgan es un actorazo, porque en toda mi vida solo dos personas, consiguieron convencerme de merecer el perdón y el primero fue Sean Penn en la película mientras estés conmigo… las personas de mi vida real, aburridas de pedir perdón por las mismas faltas seguidas de las mismas acciones, deben estar probando suerte con el padre Gabriel.

Muchos personajes y situaciones quedan fuera de este análisis, aunque no por ello son menos relevantes. 

Como reflexiona la pequeña Judith, con una perspectiva notablemente más amplia que la de su hermano, posiblemente debido a la falta de padres presentes: “Nos convertimos en lo que necesitamos ser, pero lo que somos ahora, las decisiones que tomamos ahora, es lo único que importa” resume la idea de lo que para mí, representa la transformación, el potencial de una hoja en blanco, el poder de las nuevas ideas para construir algo diferente, la posibilidad de hacer un nuevo día distinto del anterior, incluso la fantasía de que el fin del mundo, no se realmente el fin, sino una sacudida importante para aprender, hacer borron y cuenta nueva y empezar a hacer las cosas de una manera diferente.

 

 

 


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